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LA TORTURA NO ES CULTURA

Publicado: 2016-02-29


En este momento histórico en el que vivimos, la sociedad en su conjunto se ve situada en medio de constantes debates éticos referidos a temas controversiales: el matrimonio homosexual, la legalización de las drogas, el aborto, etc. Esto es productivo, ya que el debate es materia prima para el crecimiento y la evolución social, que implica tanto aceptar como rechazar nuevas tendencias. Ahora bien, hay un tema que últimamente no ha gozado de la atención pública que se merece, y este es la tauromaquia o “corrida de toros”.

En el Perú, este es un tema sobre el que renombradas personalidades han expresado su opinión, siendo una de ellas, nuestro premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa. Él se pronunció en octubre del 2012 en el diario El Comerio, defendiendo el mencionado evento, donde aseguró que “si se abolieran las referencias a los toros se empobrecerían la poesía, la pintura, la música o la filosofía, ya que la tauromaquia ha irrigado prácticamente todas las manifestaciones de la creatividad artística y cultural” . Básicamente, Vargas Llosa defiende a la tauromaquia basándose en su calidad de tradición cultural. Ante semejante argumento, la pregunta que le haría a nuestro laureado escritor, es: ¿hasta qué punto toda manifestación artística o cultural es rescatable? Recordemos pues, que tradiciones que hoy en día nos parecen repudiables como: las luchas de gladiadores, la esclavitud y el racismo, en su momento eran fenómenos sociales plenamente aceptados como parte de la cultura de los pueblos. Inclusive, más que nadie, el autor de “La ciudad y los perros”, debe recordar que dichas execrables tradiciones anteriormente mencionadas, han servido también de inspiración para las artes ¿Acaso “El sueño del celta”, una de sus novelas, no trata en parte sobre la esclavitud? ¿Se atrevería entonces Vargas Llosa a justificar la esclavitud solo por el hecho de que ha inspirado a las artes, incluyéndolo a él como escritor? Estoy seguro de que no. El argumento que deseo establecer con esto, es que siglos de tradición no dan siquiera un solo día de legitimidad. No porque la tauromaquia haya echado raíces, se debe aceptar esta tradición que termina en la cruel muerte de un animal que está dotado de sistema nervioso central, lo cual hace a un toro tan capaz de sentir dolor como a una persona.

Es momento pues, que nosotros los seres humanos, que tenemos el privilegio de ser la especie más desarrollada en el planeta, demostremos nuestra humanidad para con los animales. Nunca hay que perder la perspectiva ya que debemos tener en cuenta que ninguna tradición puede ir en contra de la razón.


Escrito por

Franco Germaná Inga

Indignado y optimista.


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