Carismático, trabajador, de vestir casual, hombre de familia, de buena sazón, exitoso y despeinado ¿Son estos los ingredientes que se necesitan para llegar a ser presidente del Perú? Al parecer para un sector de peruanos, sí lo son. Lo cierto, es que Gastón Acurio Jaramillo es la estrella del momento.

En los últimos meses, su posible candidatura ha traído eco en la política nacional y en el ciudadano de a pie, con algunos pronunciamientos a favor y otros en contra. No obstante, él se ha encargado de negarla reiteradas veces en los últimos días. Sin embargo, no debemos olvidar que fue él mismo, quien fomentó estas especulaciones desde diciembre del año pasado, cuando ante la pregunta sobre una eventual candidatura presidencial, él respondió: “Hoy día te digo no es posible. Mañana no sé”, iniciando así la suspicacia ¿Qué hacer ahora, creerle o no creerle? He ahí el dilema. Para responder a esta pregunta, solo hace falta echarle un vistazo a nuestra clase política, donde uno de los mandamientos sagrados es “negarás una candidatura por sobre todas las cosas”, entiéndase esto como negar una candidatura, hasta que las encuestas o el Jurado Nacional de Elecciones te exijan lo contrario. Es por esto, que desde esta tribuna se me hace difícil creerle a Gastón.

Al margen de esto, de postular ¿sería un buen candidato? A mi parecer sí. Él es una de las figuras más queridas del país, teniendo una amplia aceptación en diversos sectores socioeconómicos, cualidad que cualquier político desearía poseer. Más importante aún, el no haber ocupado ningún cargo público anteriormente, si bien es una desventaja, al no contar con experiencia, puede ser también una ventaja, ya que tiene un curriculum limpio de escándalos, cualidad que la sociedad les reclama a sus candidatos. Gastón no tiene escándalos con López Meneses, Ecotevas, ni la sombra de un padre preso.

De ganar, ¿sería un buen presidente? Ese ya es otro cantar, que ni Dios ni todos sus santos estarían dispuestos a responder.

Lima, 9 de febrero de 2014.